Oh, qué caravana más especial! Y además es una tetería rodante...
Me encanta la idea de ir de un sitio a otro, sin decidir a dónde, llegar a un lugar que te gusta y simplemente, parar y disfrutar.
Creo sinceramente que cualquier espacio por pequeño que sea, puede convertirse en algo encantador si cae en las manos adecuadas. Y aquí tenéis una buena prueba.
Una vieja caravana, con una mano de pintura blanca y turquesa, se convierte en una original tetería cuando sacan fuera las colchonetas, los cojines, los farolillos, las telas, las plantas y las alfombras.
¿Os imagináis parar a tomar un té con menta frente a una playa al atardecer?
¿O en mitad de una carrretera perdida en mitad de un bosque?
Hoy no se me ocurre nada mejor...
Dios qué preciosidad!! Lo que daría por encontrarme esa caravana, o que fuera mia ya que estamos, y tomarme un té en mitad de la nada.
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