En realidad, lo que es esencialmente la cocina, es la mínima expresión, sólo unos sencillos módulos bajos de obra con unas cortinillas y unos azulejos blancos.
Pero lo importante va más allá, porque la pared de piedra contigua, las vigas blanqueadas y el suelo de barro le dan toda la personalidad campestre del mundo.
El resto, que no es poco, son los detalles. Los toques de color aquí y allá, las lámparas de corte industrial y las sillas vintage de hierro y madera aportan la calidez para crear este ambiente tan campestre.
Y los textiles como la alfombra a rayas y el mantel de vichy en tonos rojos terminan de alegrar el espacio.
Eso sí, no puedo ver esas cortinas, en un conjunto tan bonito, las quitaría sin dudarlo. Pero bueno, es por ponerle una pega, que soy un poco especialita con los estampados...
¿Qué os parece? ¿Os gustan este tipo de cocinas tan campestres?
El resto de la casa también merece la pena y podéis verla completa en el enlace al final de las fotos.
Imágenes: Micasa Revista
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