Tengo un antojo... bueno, más bien lo que tengo es un rincón perfecto en el salón con la estufa de leña a la derecha y una ventana a la izquierda.
Ahora que la casa está todavía vacía y sin amueblar, cada vez que paso por el salón, no puedo evitar mirar ese rincón tan perfecto e imaginarme ahí, sentada en una preciosa y bohemia butaca de caña de bambú, con el fuego encendido y un libro en la mano...
Pero me falta la butaca. Llevo tiempo mirando y lo que encuentro no es lo que busco.
Recuerdo que de niña tenía una así, mi favorita, tamaño infantil, de caña de bambú y de lineas redondeadas, como la de la primera y segunda foto pero en pequeño. La adoraba... y no sé qué fue de ella...
Ahora veo en blogs, revistas de decoración y catálogos de firmas, estas butacas que tanto me gustan y que vuelven a estar de moda y no quiero poner otra cosa en mi rincón.
Me encanta ver que se vuelvan a llevar, me recuerdan a los años 70 donde lo hippie también se colaba en la decoración y el bambú y el mimbre estaban a la última. Las recuerdo con algunas plantas puestas en colgadores de macramé... ¿os acordáis?
Combinadas con un par de cojines de estampados alegres son capaces de transformar cualquier rincón.
El mío quiero que sea cálido pero ligero y bohemio a la vez, para disfrutar del fuego en las tardes de invierno o de la brisa de verano entrando por la ventana...
Imágenes: 1. Krickelin via Tránsito Inicial, 2. Birgitta Wolfgang Drejer
para Elle Decoration UK via French by Design, 3. Sanna & Sania,
4. A Concept by Anna, 5. Wohnidee, 6. Sanna & Sania,
7. Bloomingville via Elle Decoration France, 8. Lonny
para Elle Decoration UK via French by Design, 3. Sanna & Sania,
4. A Concept by Anna, 5. Wohnidee, 6. Sanna & Sania,
7. Bloomingville via Elle Decoration France, 8. Lonny
Acabo de ver la entrada y no puedo evitar contarte, brevemente, cómo conseguí la mía. Exactamente la de la foto nº 2. Veraneamos en un pueblo muy pequeño y hace unos 2 años, mi hijo, que entonces tenía 7, salió a dar una vuelta con su primo por los alrededores del pueblo. Al volver, me dijo que me traía un regalo que se había encontrado abandonado en el monte... ¡era la butaca! El bambú tenía un tono grisáceo por haber estado a la intemperie desde ni se sabe, así que la pinté de color turquesa y quedó como nueva.
ResponderEliminarCon esto quiero decir que cuando menos te lo esperas, aparece un tesoro como éste de la forma más extraña (en mi caso de la mejor posible).
La nostalgia por estos muebles me ha hecho recuperar el negocio que mi madre tenía en aquella época. Aún no he lanzado la marca, pero si estás buscando estas sillas artesanales ( las de toda la vida!), te dejo mi mail por si te puedo ayudar. Un abrazo,
ResponderEliminarElena
debodaconmaron@yahoo.com